Los últimos reductos de bosques con indicios de madurez en el Mediterráneo son muy escasos (en toda la región Mediterránea representan menos del 2% de la superficie de bosque) ya que la necesidad de madera ha hecho que casi todos los bosques que conocemos estén modificados por la acción humana. Se encuentran aislados y dispersos, generalmente en lugares en los que el aprovechamiento ha perdido rentabilidad, lo cual ha permitido la recuperación de los procesos ecológicos ligados a la madurez.
Estos rodales maduros son de gran interés debido a su complejidad, su escasez y a la muy especializada y frecuentemente amenazada biodiversidad que albergan. Por ello su identificación se considera prioritaria.
Además los rodales de mayor grado de madurez y con baja huella humana de cada tipo de bosque se pueden considerar rodales de referencia, tanto para la evaluación del estado de conservación y como modelo para la selvicultura con objetivos de conservación.