Los beneficios socioeconómicos de las áreas protegidas superan sobradamente los costes que supone una gestión eficaz. Hay que avanzar tanto en la valoración económica, más allá del valor monetario, como en la diversificación de los modelos de financiación, el impulso del mecenazgo, la fiscalidad y los modelos de financiación mixta.
Metas para el 2020
- Las áreas protegidas se reconocen como herramientas relevantes para la economía del territorio, así como la rentabilidad social y económica de la inversión pública en conservación del patrimonio natural y cultural.
- El modelo de financiación se basa en la diversificación de fuentes de financiación, con una financiación pública suficiente para garantizar los servicios básicos.
- Se hace un mayor uso de nuevas herramientas y mecanismos para financiar las áreas protegidas.
- Las acciones en favor de la biodiversidad están incluidas en distintos mecanismos de financiación europeos.
Tipos de acciones
- Promover el valor de las áreas protegidas en el mantenimiento y la creación de puestos de trabajo, la generación de nueva actividad económica y el mantenimiento de los servicios de los ecosistemas de los que dependen sectores clave (por ejemplo, empleos vinculados al turismo sostenible en áreas protegidas a través de la Carta Europea de Turismo Sostenible, entre otras iniciativas).
- Mejorar la eficiencia de la gestión pública con equipos técnicos experimentados, y con nuevas capacidades cuando sea preciso, con mecanismos de transparencia y de cooperación entre administraciones para aumentar el impacto positivo de las políticas públicas en la conservación.
- Profundizar en la aplicación de nuevos mecanismos financieros y fiscales disponibles para la conservación de la biodiversidad.
- Desarrollar indicadores que permitan hacer el seguimiento del uso de los fondos públicos (europeos, nacionales o regionales) en las acciones de conservación.
Experiencias